Sunday, December 24, 2006

Ser exitoso

Por estos días en que se acerca el año nuevo y todo el mundo anda estresado porque, sin bastarles las compras navideñas, andan enfundados de bolsas con más compras para la noche de fin de año, me parece un buen momento para hacer recuentos.

No está de más recordar que el día 30 cumpliré la nada despreciable suma de 4 años desde que decidí resetear mi vida y empezar de nuevo. El día 31 cumpliré 4 años desde mi "Año nuevo solo" que se transformó en algo así como mi día cero. El día 31 cumpliré 3 años, un mes, tres semanas y seis días desde que conocí a quien me ha ayudado a hacer del reinicio algo más efectivo... y agradable, por cierto.

La cosa es que, sumando y restando, tengo que confesar que el éxito siempre ha sido uno de los grandes rectores de mi vida. Desde niño, que no me bastó ser de los más inteligentes (si, es una rotería decirlo ¿y qué?) sino que tuve que ser un lider del bando de los "malos" del curso, hasta grande que no he podid dejar de buscar destacarme en lo que hago al punto que me quita el sueño cuando no me resultan del todo bien las cosas que hago (un día de estos les cuento lo de "Hacer mi último render por contrato"... o mejor que no).

La cosa es que, en esa búsqueda de exito, sigo dele que dele con buscar más, con tratar de agarrarle el poto a la vida (recordando eso de "si la vida te da la espalda") y la cosa se me ha puesta cada día más esquiva. A cada rato me sale un proyecto al que le monto todas mis esperanzas, del que espero surjan las opciones para hacerme famosillo, del que nazca ese ciudadano conocido, que le abren las puertas en las fiestas, al que le preguntan sus cercanos y todo, sólo para que luego me den de a portazos en las narices.

Claro, porque es entretenido soñar que uno se hace reconocido por lo que hace, por cómo lo hace, por hacer algo como uno quiere, pero eso de alguna manera núnca pasa.

Porque núnca nadie me felicita, porque núnca me preguntan, porque no me puedo convertir en referente.

Porque, tal vez, me falta tiempo, experiencia, estudios, "mundo", simpatía o simplemente porque no tengo lo que se necesita.

Basta.

Me aburrí que me persiga el fantasma de mis fracasos. Ya no voy a mover un solo dedo para ser exitoso ni reconocido. Sólo voy a buscar ser feliz y hacer feliz a mi gente. Se acabó.

No le voy a dedicar un segundo más a buscar esa esquiva fama como independiente. Me voy a poner el cepo en una oficina y voy a ser feliz ahí. Si alguien cree que soy bueno, o importante, o valioso, allá el (o ella, ya) pero a mi no me mueven más.

Renuncio a la posibilidad de sentirme orgulloso de mis logros y de lucirlos por el mundo como las plumas de un pavo real. Me resigno a ser un actor secundario, terciario o lo que sea, porque yo no puedo más.

Ya no puedo seguir aguantando que, pese a todo mi esfuerzo, sigan habiendo imbéciles sobre mi cabeza a punta de aprovechar otros imbéciles encima y, como no puedo hacer nada por ello, mejor lo acepto y me quedo tranquilo.

Es verdad, muchas veces prometo cosas que van conmigo y las deshago a la vuelta del día. ¿Cuál es la diferencia ahora? Que voy a tratar.

Voy a volver a una oficina. No me voy a quejar. Si es necesario, me voy a secar ahí. Voy a admirar a mi jefe por... lo que sea. Me la voy a bancar y ya. Me la voy a comer doblada y sin chistar.

Feliz año nuevo.

Thursday, December 21, 2006

Hablar de Pinochet en MI blog

Me aburrí.

El título de esta entrada era "Celebrar en Plaza Italia la muerte del dictador", pero resulta que me demoré en escribirlo 3 días, tiempo suficiente para que la cara hinchada y mal aspectada del ex-tirano-pobre-viejito-que-murió-de-miedo-porque-no-quería-irse-preso me arruinara tanto la cena como el desayuno al salir en cada uno de los noticieros (algunos con más morbo que otros) mientras lo saludaban 3 jovencitos nazis, negros, feos y chicos (desorientados, por ende).

Acto seguido, recordé a las señoras pinochetistas vueltas locas golpeando a un ciclista sólo por ir pasando frente al hospital castrense al tiempo que gritó algo contra el ladrón-de-estado (podría ser algo como "devuelve la plata antes de morirte, milico cu...). Ayer martes, vi como un troglodita le quitó el micrófono a una linda (y biendigo "LINDA") reportera española para gritar algo así como "españoles culia'os, vayanse españoles culia'os" mientras otros hinchas del delincuente muerto arrojaban cuanta cosa pillaban a mano. Sigue mi sorpresa al aceptar que algo así como el 98% de los dementes que se gastaron toda la noche esperando para ver esa especie de embutido de viejo que había en el cajón eran viejas, en su mayoría teñidas rubias pero de piel oscura (¿Taxi les decían en el colegio?).

Todo eso me hizo darme cuenta que el perro ya no es lo importante, sino sus seguidores. Quiero hacer una breve descripción de los personajes que vi (no lo asumo como mayoría, pero si como los que más me entretienen) mientras el tirano agonizaba primero, se mejoraba un poco y, finalmente, yacía inflado como una prieta blanca en un ataud empañado por el calor, en el patio de la escuela militar.

Tipo 1: La vieja teñida
Físicamente se la reconoce por dos cosas. Primero, que su pelo no es rubio, sino más bien amarillo desteñido. Probablemente esto se deba a la falta de experiencia en el uso de tinturas y en las maneras estéticas, es decir, Celia Cruz estaba bien pero, en primer lugar, ella era una ironía de si misma y, en segundo lugar, su estética era ser fea y refea porque su atractivo estaba en su performance. Una vez que uno se acerca a estas señoras, nota rápidamente que el contraste entre el pelo y su piel es bastante grueso, lo que nos hace volver sobre lo mismo anterior: son personas (no sólo "gente" como les gusta a ellas mismas llamar al resto) que no han dedicado ni dos segundos a ver qué es lo que pasa en el mundo de la moda porque, si lo hubieran hecho, entenderían ue la última negra (porque estas señoras son eso, negras) que pudo usar el pelo rubio y verse bien era Iman, hace como 15 años. El vestuario, en general, carece de importancia salvo por el hecho que parece estar confeccionado con las cortinas de la casa de la abuelita muerta. Una vez nos acercamos, podríamos notar tres cosas, ambas ya en el rostro de estas damicelas: el excesivo maquillaje, digno de una drag queen, la dentadura postiza fruto de una larga existencia de descuidos e la higene por estar rezando a San-Pinocho y el patín bajo la cehache. Entonces, si usted se encuentra frente a una señora, más bien rolliza, de piel oscura y cabello claro, que parece haber salido de casa con las cortinas a cuestas, maquillada con lápices de cera y dejando escapar entre sus dientes "Viva shile...", puede usted suponer que la palabra que sigue es "Pinosshé"

Tipo 2: El neonazi
Tiene dos versiones. La más formal, va vestida generalmente de negro, con una camisa perfectamente abotonada, encerrada en sus pantalones impecables, con un cinturón de hebilla mediana, pero maciza. En el rostro, un discreto bigote o barba, muy bien mantenida y limpia para acompañar un corte de pelo marcial. En ocasiones se les ve cubriendo una camiseta negra con una camisa-campera-afranelada con un diseño escocés en rojos y negros. Otra forma de reconocer al "neonazi formal" es que, cuando llevan un bolso o maletín, siempre oculto un libro de Miguel Serrano. La versión "juvenil" del neonazi es la que más se ve y que, a veces, puede confundirse con un punk, sus grandes enemigos. Básicamente, el neonazi juvenil sostiene la misma vestimenta negra, pero lleva jeans, una polera ajustada y, si es que, una camisa a la que arrancó sus mangas en un ataque de adolecencia o una chaqueta de cuero. Una forma fácil de reconocerlos y diferenciarlos de otras tribus urbanas similares es por sus bototos negros, impecables, amarrados con cordones blancos, simbolo de la "supremacía blanca". Por si no notan la ironía, son una manga de adolescentes morenos, incultos y pequeños, muy diferentes al ideal extractado por ese petiso alemán de uniforme de los textos de Nietsche. Además, en referencia al fulano del bigote gracioso, estos niños (no son más que eso) gustan de comentar "Mi lucha" al mismo tiempo que insultan a cualquiera que les parezca extraño pero menos poderoso que ellos mismos (más chicos, más flacos, homosexuales y lesbianas, judíos sobre todo, árabes, etc.

Tipo 3: El pobre leso
Es un ejemplar indefinido fisicamente, pero que comparte, en todos los casos, una característica en común: se comió la pomada completa que vendían Cuadra y compañía en los años oscuros. Vió el cometa Haley, se impresionó con los muertos en enfrentamientos allende Los Andes, está convencido hasta el día de hoy que gracias al Animal Grande no estamos comiendo Chancho Chino, todavía no acepta que hubo violaciones sistemáticas a los derechos humanos y, en los casos más emblemáticos, tuvo 7 hijos durante los 80's y el último de ellos es ahijado del Hijoputa.

Tipo 4: El menso a secas
Este es parecido al anterior, pero con pequeñas diferencias. La primera es que este si sabía que habían violaciones a los derechos humanos, pero las justificaba por el "bien común", lo que lo convierte practicamente en cómplice pero no le importa porque estaba seguro de estar defendiendo algo más importante que la vida de unos... ¿Qué, unos 200 comunistas?. Además, este está todavía convencido que la fortuna que se llevó el Bastardo es fruto de las correctas asesorías en la bolsa y no del robo prolongado de dineros de todos nosostros (bueno, y de él también). Además, se come la pomada del estado de guerra, del fantasma comunista, de la revolución armada que impulsaba la UP y que, esto sí es impresionante, "Chile quiere un cambio" y que ese cambio lo representan Choreira, Corteira y compañía. Encima de todo, lamenta que haya fallecido el Iñor porque todavía no le apadrinaba un hijo. Sin comentarios.

Es verdad, hay un par de animales raros entre ese hato de zombies violentos que admiran al genocida más grande que ha habido en Chile, pero por lo pronto, si usted se cruza con uno de estos cuatro en la calle, recomienda este humilde servidor, pase a la vereda de enfrente, escondase, huya. Porque si no lo hace, corre el riesgo de ser agredido con una botella de agua, escupido o, en el pero de los casos, podría usted ser convencido de alguna de sus excéntricas ideas.
Finalmente, dos cosas:

1.- Adios Dictador. Gracias por desaparecer como un ladrón, asesino y traidor... o sea, por mostrar toda tu grandeza.
2.- A ustedes, saludos y, por siaca, feliz navidad y un próspero año nuevo.