Wednesday, April 11, 2007

...hacer el baile del pollo

Hoy, que finalmente había decidido hacer el artículo que haría público mi desprecio profundo hacia los obesos, cuando ya había cuajado todo el glamour de aquella masa de grasa cada día más grande que nos rodea, aprieta y odoriza, se le ocurre a un señor llamarme para ofrecerme aquello qu evengo necesitando hace un buen rato... no, no es ni un año en las Bahamas ni unos millones de dolares, que no me vendrían mal, pero en este minuto, lo que necesito nada de eso.

Tampoco necesito un día soleado con flores desbordando las ventanas, ni sentir el delicado crujir de los huesos de mis enemigos (en especial de uno) cayendo por la escalera, ni una aparición en la prensa con el subtítulo "el meor", ni un frasco de pastillas "felices", ni tristes, ni dulces.

Y, aunque podría agradecerlo, tampoco se trata de una visa universal y un turro de pasajes para viajar por el mundo ni de el auto Citroen descapotable con que vengo pelando el cable hace rato, ni n inversionista para hacer realidad el sueño de diseñar un bar de los buenos, con una barra larga y ancha que alcance para todos.

No, señores.

Hoy hago el baile del pollo porque, como cada vez que lo he necesitado, sonó mi teléfono y al otro lado de la línea sonaba un personaje con voz de seguridad diciendo "Te llamaba porque estamos necesitando una persona que...".

Hoy he dado el primer paso, el más difícil, por cierto, para salir de la inopia laboral.

p.d.: Ya viene "Fustiga un gordo!", una campaña de salud pública desde el blog.

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