Tuesday, February 27, 2007

Vacacionar sin ni uno

Una de las cosas a las que debe uno adecuarse cuando el dinero escasea es simplemente bajar el gasto. El mítico apretón de cinturón se hace para uno una realidad palpable. Se acabaron los tragos en bares de superlujo (ya, bueno, no tan superlujo, pero buenos igual), los regalos caros a la polola o al ego, las salidas a comer una a dos veces por semana y, lo más peor*, fin de las vacaciones vacacionales. Ya con la idea hecha, partí al viejo reducto, a la casa que, aunque ya no viva ahí, siempre tendrá un lugar reservado para mis cosas y mi mal genio.

Y, como diría Cabezas, ahí empezó todo puh.

Resulta que cuando uno llega a vacacionar con los vejetes sin olor a perrete, las cosas siguen iguales, pero menos iguales que antes. O sea, la cama está ahí, pero estáosas son iguales, ocupada por algun otro familiar que llegó antes y entonces la única salida es dormir en "la pieza de al medio". ¿Acaso nadie más ha reparado en lo incómodos que son los cuartos de visitas? El dolor de espalda permanente, en parte producto de la tensión, se hace más agudo y, con la ayuda de aquella mala cama, la cosa se pone realmente fea. Ya no son sólo las vertebras lumbares las que lloran sino que también las torácicas (que son 12, 7 más que las lumbares) y aparece esa sensación de incomodidad que da ganas de apalearse para que se vaya. En fin, dice uno, dolor de espalda nada más, no es grave, no hay de qué preocuparse.

Y cuando piensas que lo peor ya pasó, ahí aparecen las "reglas de casa". Y que compartir en la mesa y que los horarios de las comidas (¿Soy el único que cree que en vacaciones, más que cualquier otra cosa, se come?) y que la sobremesa, a la que el único que no asiste es papá, que termina su plato, se levanta y suelta un "Bueno!" y se va a dormir la siesta, envidia de muchos, que la tele encendida con el volúmen tan fuerte a la hora de las noticias "porque hay que saber lo que pasa en este mundo" y el zaping para ver esa noticia de nuevo, una y otra vez, hasta que ya pasaron todos los canales nacionales (dios mío cómo, agradezco que no haya cable en la playa). En fin, el control remoto en mano ajena me resulta difícil, pero uno le pasa por encima.

La comida. La comida es un tema en si mismo desde que el mundo es mundo. No existen dos personas que cocinen iguales y la mano de mi querida madre era, por lejos, la mejor del mundo. Claro, hasta que fuí de vacaciones por primera vez desde que me hago cargo de mi propia alimentación. ¿Por qué en la ensalada de tomates no hay ni una pizca de ají? ¿Qué le pasó a los tallarines que tienen laurel? En fin, cambiar la mano en la cocina por una tan aficionada como la propia, pero diferente es... mmm... eeehhhh... difícil. Difícil, pero se puede.

Estar en la casa de veraneo de los papás, donde no entienden que uno no goza de estar al sol en la playa y que uno encuentra que la piel blanca es saludable, tanto como la dorada-dolce-y-gabana, y que prefiero dormir una buena siesta y, al anochecer, beber un buen sorbo de wisky escuchando buena música antes de pensar en descansar. Todo eso es cierto, pero igual, con todo, uno los puede convencer... o simplemente vencer por la vía de los hechos.

Ya, es difícil vacacionar con los papás, pero con el tiempo uno aprende a hacerlo.

Pero aparece ese monstruo, el festival de viña, esa bestia sudorosa y maloliente que lo llena todo, que da comida a esos repugnantes reporteros de farándula (con el perdón de los verdaderos reporteros), que muestra tanta carne mal puesta, tanto mal gusto, tanto chauvinismo chabacano y desubicado, tanta diosa de la tv demolida. Eso ya son palabras mayores. Más encima, ahora los rotos estos, que hablan, no opinan, porque no tienen más opinión que la que se forman leyendo la tvgrama o la sección de espectáculos de lun (qué patudez tener sección de espectáculos en un diario amarillo farandulero). Asco. Asco seguido por nauseas y ganas de apagralo todo. Me duele la espalda, pero ahí estoy, viendo tele con mi familia mientras veo un codiciado trozo de carne anunciar en conferencia de prensa que su matrimonio se viene abajo cuando debería hablar de... ¡Cualquier otra cosa!

¿Es que acaso soy el único que cree que todo esto es para mantenernos entretenidos, sin preguntar, sin mirar, mientras se terminan de robar lo que pueden de nuestros bolsillos delante de nuestras babosas narices? ¿Es que acaso nadie se ha preguntado por qué los dueños de los medios faranduleros están vinculados a un sector político clarísimo en sus turbios intereses?

¿ES QUE ACASO NADIE MÁS LO VE?

¿Quiere darle la pelea al sistema? No proteste, no corra, no se busque un apaleo, que con eso no saca nada.

PIENSE. Eso es lo más peligroso. Piense y trate que el resto lo haga también. No vea noticias, vea lo que las noticias no cubren, piense por qué hay tanta silicona en la tele, dele vueltas.

NO SEA LESO.

QUE NO SE LA METAN DOBLADA.

Terminé hablando cualquier cosa... ¿¿¿Y QUEEEEE???

P'a eso el blog es mío y me lo llevo cuando quiero.


*Cita a Leonel Sanchez

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