Friday, March 23, 2007

The Evens en el galpón Victor Jara

Cuando un concierto empieza con el lead-man idnicando que se traa de una banda que quiere silencio para tocar, generalmente indica que no estan bromeando y que eso es lo que quieren para que el show vaya como a ellos les gusta. Cuando quien pide silencio es un dúo de punk rock compuesto por una baterista y un guitarrista calvo es un poco más raro pero, en general, el público hace caso. Anoche no fue el caso.

Todo comenzó cuando un amigo me llama y me dice que se ganó unas entradas para un concierto y que si las voy a buscar, me llevo una yo y vamos junto y que hasta, porque son dos entradas, puedo ir con mi chica (finalmente, a ella no le interesó, con lo que quedamos con una entrada de más). Alegremente, tomé mi bicicleta y partí rumbo a la radio, a buscar las entradas. Transpirado por un corto tramo pedaleando con una rueda casi desinflada, recibo las entradas de manos de una secretaria (¿O es recepcionista?) muy guapa, a la que ni le preocupa que no se haya realizado el cambio de nombres de mi amigo a mi. Llamo a mi amgio y le cuento que "estamos" y nos ponemos de acuerdo.

Llegamos al sector, un barrio con mucho "ondita", lleno de estos lesos-alternativos tomando cerveza en bares bonitos en casas viejas y chicas que ya no se hacen las difíciles, frente a la plaza Brasil, donde el cuidador de autos, un tipo que me recordó al guatón Porcel en Carlito's Way, nos pide le paguemos por adelantado. Nos rehusamos y le decimos que "saliendo". Hacemos el camino a la entrada y vendemos el ticket que mi amigo había comprado, con lo que quedó resuelto el tema de la entrada de más.


Conversando en la entrada, me entero que los teloneros son Perrosky, otro dúo de punk rock pero esta vez son medios vaqueros, me indican. Curioso pienso, caubois en este rincón de la tierra donde son los arrieros los encargados de llevar el ganado a pastar a la cordillera, lejos del salvaje oeste estadojuntense. Claro, debe ser porque vienen de otro país o algo así.
Suben a escenario dos tipos vestidos de terno café, uo de ellos con un pelo crespo y escarmenado
que me recordó la coliflor con salsa blanca de mi abuela (malaza, por cierto), pero sin salsa blanca. Comienzan a tocar y la gente baila, goza, se trenzan tomados de los brazos. Por mi cabeza corren imágenes de una pelea de cantina, con las puertas dobles en la entrada, sillas volando, botellas quebradas, caubois valientes, un poco borrachos, golpeandose unos a otros por las "chicas de arriba" mientras el cantinero cobarde se refugia tras la barra.

"Está bueno perrosky" pienso.

Se acaba esto y se viene el plato de fondo.


Tengo que confesar que The Evens no era siquiera una banda que me sonara a conocida. De hecho, ni siquiera he escuchado mucho de Fugazi, banda donde Ian MacKaye toca tambien, pero que es un poquito más conocida. En todo caso, no soy de los que rehuyen de ir a ver una banda sin saber nada de ella (salvo una pequeña referencia a que no es ni tropical ni rap) y de hecho, me he encontrado con buenas sorpresas. Esta no fué la excepción.

En escena, una dúo-banda tocando punk-rock con un calvo haciendo headbanging (al menos curioso), sólidos, abriendo con una explicación del silencio que requieren para tocar del significado que tiene para ellos la figura de Victor Jara con la frase "He showed us that the music aint no fucking joke" (él nos mostró que la musica no es una broma culeada). Interesante.

Comienzan a tocar y, efectivamente, me doy cuenta que estamos frente a dos virtuosos en lo que hacen, con absoluto control de cómo quieren que suene lo que están golpeando, rasgueando, pisando, gritando. Algunas cosas sí parecían a lo de Fugazi, pero no mucho.

Lo malo de la noche, el público. El galpón, un lugar que claramente fué más pensado como gimnasio que como sala de eventos, sonaba como una colmena con las conversaciones. Ian, el vocalista, pidió silencio al comienzo (tal vez la gente no entendió lo de "tocamos despacio... queremos silencio... la música no es un chiste" porque lo dijo en ingles), luego se detuvo y lanzó un discurso largo y amargo al medio del concierto (¿Por qué diablos la gente no entiende inglés?) en el que incluso un asistente, morocho y mal educado, aprovechó para tener su minuto de fama exigiendole que pusiera a su traductor en el escenario porque la gente no entiende inglés, provocando un ligero arranque de furia de parte del calvo en escena, y una vez más el concierto se detuvo casi de manera definitiva porque la gente no era capaz de mantener silencio, minuto en el que la banda habló con su representante para acabar en ese minuto "This is a fucking joke" me pareció leer en los labios de Ian mientras pasaba su mano por su cuello como diciendo "corte, esto se acabó". Vergüenza es lo más cercano qu he sentido a eso.

No entiendo que esta manga de tarados haya ido a perder tiempo y dinero a esta cosa, un gimnasio incómodo y maloliente, para conversar mientras podrían haber ido a tomarse esa plata a cualquier shopería. En fin, volvemos a lo de siempre: estamos rodeados de imbéciles.

Por cierto, a propósito de imbéciles, me comentaron en un minuto que Alberto Prado, el infame ladrón, andaba por ahí. Algo de suere tuvo que yo no lo encontrara, porque no he olvidado aún que me robó 400 lucas en el minuto que más las necesitada. Cuidate, Beto, que algo te puede pasar antes que yo te vea, y quiero encontrarte enterito cara a cara, sin un rasguño, para que haya más espacio.

1 comment:

Unknown said...

P - U - N - K R - O - C - K !!!